Velocidad, licor e imprudencia en La Plata (Huila)
Cientos de motociclistas arriesgando sus vidas
y de las personas que encontraron a su paso
El viernes 31 de diciembre de 2010 en horas de la tarde las calles del municipio de La Plata (Huila) nuevamente fueron escenario de una peligrosa práctica que se ha vuelto costumbre cada fin de año. Cientos de motociclistas, muchos de ellos en estado de alicoramiento, sin medir consecuencias y sin cumplir con ninguna norma de seguridad se tomaron las principales vías de la localidad desplazándose a gran velocidad en sus velocípedos, lanzando harina a quienes encontraban a su paso, a las personas que transitaban en otros vehículos y a los ciudadanos que se desplazaban a pie. Niños, jóvenes y adultos, estos últimos, quienes deberían dar ejemplo, también hicieron parte de la caravana, quienes al parecer se divertían con las arriesgadas maniobras y exceso de velocidad de sus integrantes.
Vale la pena preguntar a los padres ¿de qué manera están controlando a sus hijos, por qué esta permisividad? Quizás muchos lo vean como algo normal, porque sus hijos no han tenido percance alguno; lamentablemente los accidentes siempre están presentes y son muchos los motociclistas que terminan en el piso producto de las imprudencias personales o de alguno de los participantes.
Muchas personas culpan a las autoridades como directos responsables de estos actos, pero debemos ser justos en nuestra apreciación, la familia y los adultos tenemos gran responsabilidad en los hechos que están ocurriendo. No podemos permitir que nuestros jóvenes impongan modas que atentan contra sus propias vidas, y para ello vamos a citar un claro ejemplo:
*Diana, una joven de 16 años de edad pidió prestada la moto a su mamá con el pretexto de ir a saludar y desear feliz año a una amiga que viajaba esa tarde para Garzón, la señora consideró que no había ningún inconveniente y solamente le recomendó que no se demorara porque tenía que hacer unas compras y más tarde necesitaría la motocicleta. Pasadas tres horas y luego de muchos intentos fallidos por comunicarse con su hija (había apagado el celular), recibió una llamada en la cual una persona le comunicaba que no se alarmara por lo que le iba a decir, ante lo cual tuvo un terrible presentimiento,
–Señora, Diana acaba de tener un accidente en la motocicleta –,
–Por Dios qué pasó–, replicó ella,
–Tranquila que al parecer sólo fue un golpe en la cabeza que le produjo una herida pero ya la llevamos al hospital y los médicos nos dicen que en tres horas le darán de alta–
–Pero ¿qué fue lo que pasó?, lo único que sé es que ella salió para la casa de *Manuela –, dijo la señora madre;
–Le voy a decir la verdad , Diana sí iba para mi casa, pero habíamos acordado que ella le pedía permiso a usted para sacar la moto y nos íbamos con unos amigos a la caravana de motociclistas, todo iba normal hasta que a Diana le cayó harina en los ojos y perdió el control de la moto, ella cayó al pavimento y como no llevaba casco, el golpe fue más fuerte–;
–Pero ¿por qué me dijo mentiras si ella nunca lo hace?, repetía la desconsolada madre;
–Señora, si ella le hubiera dicho la verdad usted no le habría prestado la moto, pero por favor perdóneme, yo sé que también tengo mucha culpa– ,
–Lo más importante es que no les haya pasado nada grave, ya voy para el hospital– dijo la señora,
–No se preocupe que ella está bien y yo voy a estar acompañándola–,
–¿Y a usted qué le pasó Manuela?– ,
–Unos raspones nada más –.
A los diez minutos llegó la mamá de Diana al hospital y se dirigió a la Sala de Urgencias, lugar en el cual se encontraba su hija. Luego de dos horas, y cumplidos algunos trámites de documentos, Diana, su mamá, Manuela y algunos amigos salieron de este lugar. Durante el recorrido a casa no se hicieron esperar los reclamos y el llanto de la señora ,
–Diana, ¿por qué me hizo eso, por qué?,
–Ya mami, tranquila que estoy bien sólo fueron unos puntos en la cabeza, y ya, eso fue todo, y por la moto no se preocupe que yo fui la que recibió el golpe y mañana la llevan a la casa– ,
–Así como no le pasó mayor cosa, pudo ser peor–, respondió la mamá.
Aparentemente todo volvió a la normalidad pero pasados tres meses comenzaron los verdaderos problemas para Diana y su señora madre; por recomendación de un médico amigo de la familia, Diana fue llevada a la ciudad de Bogotá donde le realizaron algunos exámenes para verificar su estado y descartar cualquier tipo de consecuencia luego de aquel golpe, debido a que 15 días después del hecho comenzó a tener fuertes dolores de cabeza y a presentar esporádicos momentos de amnesia (pérdida de la memoria).
El resultado de la tomografía (Método imagenológico que utiliza rayos X para crear imágenes transversales de la cabeza, incluyendo el cráneo, el cerebro, las órbitas o cuencas de los ojos y los senos paranasales) y la resonancia (método no invasipara crear imágenes detalladas del cerebro y tejidos nerviosos circundantes) determinaron que Diana sufrió un trauma cráneo encefálico leve a pesar de no haber perdido el conocimiento en el momento del accidente y haber salido caminando del hospital.
Ha transcurrido un año luego de este episodio y Diana aún padece dolores de cabeza, a pesar del programa de rehabilitación al cual está siendo sometida, las terapias y medicamentos que recibe y los cuidados de su familia y allegados, Diana no ha vuelto a ser la misma. Muchas personas con el paso del tiempo logran recuperarse definitivamente, sin embargo, hay otro porcentaje que no logra hacerlo.
Lo que parecía ser una tarde de aventura al lado de sus amigos terminó para Diana en un hecho que marcó su vida y la de su familia.
Amigo lector, si amamos a nuestros hijos no permitamos que arriesguen sus vidas ni las de los demás, no seamos cómplices con nuestra permisividad. Un accidente no solamente puede terminar con la vida de nuestros seres queridos… también puede postrarlos de por vida en una situación de discapacidad.
Trauma Cráneo Encefálico leve
Los estudios que se han realizado en pacientes con TCE leve sugieren que muchos de ellos presentan una recuperación rápida y que pueden volver a realizar las actividades cotidianas, mientras que otro grupo de pacientes continúan presentando un amplio abanico de problemas. En esta lista de secuelas figuran los problemas cognitivos, neuroconductuales y emocionales a lo largo del tiempo, lo que dificulta su adaptación al medio sociolaboral. Y eso no es todo.
"También son frecuentes los déficits en atención, función ejecutiva, fluencia verbal, memoria, razonamiento y resolución de problemas y lentificación en el procesamiento de la información". Estas secuelas no ocurren porque sí. La cabeza ha sufrido un golpe -o traumatismo- y, a consecuencia de ello, unas lesiones. Estudios neuropatológicos -de los daños cerebrales producidos por el traumatismo- han demostrado que en el TCE leve existen lesiones leves difusas en distintas partes del cerebro: los lóbulos frontales y temporales, el cuerpo calloso y el fórnix.
Las técnicas de neuroimagen funcional -PET y SPECT- señalan la existencia de un menor riego sanguíneo en la corteza frontal, prefrontal y temporal, así como en la región subcortical, lo cual podría explicar el déficit que, con frecuencia, se observa en las personas afectadas y que, en ocasiones, persiste a lo largo del tiempo.
La mente amnésica
Una de las consecuencias más llamativas de los traumatismos es la amnesia o pérdida total de memoria. El síndrome amnésico postraumático se define como el periodo en el que la persona afectada por el TCE es incapaz de recordar de forma coherente lo que le sucedió al menos durante 24 horas previas al accidente. En este periodo, es imposible darle nueva información y pretender que la recuerde a largo plazo. La duración de este síndrome amnésico va desde que se produce la lesión hasta que el afectado o afectada recupera la capacidad de almacenar nueva información y evocarla
La amnesia que puede sufrir una persona no es igual en el caso de todos los TCE que, de hecho, también se clasifican en función de la duración de la amnesia. Así, cuando la amnesia postraumática no llega a cinco minutos, el TCE se considera muy leve; cuando persiste entre 50 y 60 minutos es leve; cuando dura entre una y 24 horas, moderado; si continúa entre 24 horas y 7 días, grave; entre una semana y cuatro semanas, muy grave; y más de cuatro semanas, extremadamente grave.
Mientras dura la amnesia, las personas que la sufren también pueden encontrarse desorientadas espacial y temporalmente, confusas, desinhibidas, agitadas, son incapaces de archivar nueva información y de evocarla, su lenguaje puede ser incoherente, su percepción del entorno y de nuevos estímulos puede estar distorsionada, de modo que pueden sentir perplejidad e, incluso, miedo.
Consejos ante un TCE
Las personas que han sufrido un TCE deben acudir a un servicio de urgencias para que las examinen. Hace unos años, los afectados leves permanecían en observación durante un periodo de tiempo más largo que ahora, que se les remite al domicilio particular acompañados de una persona allegada, con unas normas de observación. Estas normas consisten en verificar cada dos horas durante las siguientes 24 horas que el paciente está orientado, mueve las cuatro extremidades y habla.
Si la persona afectada presenta cefalea persistente y progresiva, vómitos, visión doble o dificultad para caminar, entre otros, habrá que solicitar una nueva consulta médica urgente para que sea evaluada de nuevo. Tras esta visita de urgencia, los neuropsicólogos podrán diagnosticar y evaluar el verdadero alcance de las secuelas de los traumatismos, que pueden ser más sutiles en el caso de los leves, pero que están ahí. Esta evaluación es necesaria para establecer un programa de rehabilitación de la persona afectada.
*Nombres ficticios para proteger la identidad de la personas
* Diana
*Manuela